Hace años el término omnicanalidad nos ha presentado una cantidad enorme de desafíos. La integración total de la cadena de suministro desde el envío de ‘materia prima’ de proveedores hasta la post venta del producto con el cliente final ha sido el sueño de muchos. Incluyéndonos.

Poder alcanzar la omnicanalidad pasa por tener muy bien organizado el corazón de la operación: el centro de distribución.

Parte de nuestro propósito es lograr que nuestros clientes puedan alcanzar la optimización, eficiencia, controles, organización de las operaciones logísticas, asegurándo los procesos adecuados para el correcto flujo de los productos desde que ingresan hasta que salen al punto de venta.

Se lee simple pero tras eso hay un profundo estudio y entendimiento del negocio. De evaluar y poder determinar cuáles son la mejores prácticas, cuáles deben mejorarse y por supuesto cuáles son las que deben suprimirse.

También hay que entender la capacidad del recurso humano. La asignación de tareas y responsabilidades. El estado de la infraestructura, los recursos tecnológicos con los que se cuenta y con todo eso, configurar una hoja de ruta adecuada de ejecución. Tanto en tareas como en inversión.

Ese es el punto más importante. Poder pronosticar (si la ejecución se hace de forma adecuada) cuando se verán los retornos es uno de los aspectos más importantes a la hora de planear.

Porque al final la pregunta inicial siempre será la misma:¿Por qué hacer todo esto?. Y nuestra respuesta es “mejorar en la producción y tener la claridad suficiente para tomar mejores decisiones. Es rentabilizar mejor tu inversión”

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